Cute Light Pink Flying Butterfly

miércoles, 22 de abril de 2015

Leyenda de San Jordi


¡Hola fleurs et merveilles! ¿Cómo lo lleváis?

Hoy 23 de Abril, en Cataluña, que es de donde soy se celebra la Diada de Sant Jordi. Festividad en la cual hombres y mujeres se obsequian con libros y rosas en honor a la leyenda del dragón, la princesa y el caballero.

Y la entrada de hoy no podía ser otra que recordaros la historia a los que os suene o acercárosla a los que no sepáis de qué trata.

Y es que cuenta la leyenda, que hace muchos y muchos años, en el reino de Montblanc, vivía un dragón malvado y feroz que tenía atemorizada a toda la comarca.
Durante muchos años devoró todo lo que encontró a su paso hasta que un día ya no quedaban más animales en todo el reino.

No obstante, el dragón estaba más y más hambriento y enfurecido, por lo que el rey de Montblanc, a fin de mejorar un poco la situación, decidió que cada día le tocaría sacrificarse a una persona para que así el dragón no tuviera más hambre durante el día y el resto de habitantes pudieran vivir tranquilos sin temor a ser devorados. Al menos esa jornada.

Pero la suerte quiso que la primera víctima fuese la hija del rey. Una joven bella e inteligente a la que todos adoraban. Así que, roto de dolor pero fiel a sus decisiones, el rey aceptó que el azar determinara que su querida hija debía ser devorada por el malvado dragón, para así ayudar a los habitantes de su reino.

Pero de repente, cuando el dragón estaba a punto de devorar a la a la princesa, apareció un caballero cabalgando encima de un caballo con una espada y un escudo entre las manos. Su nombre era Jordi.

El caballero cogió su espada y la atravesó al dragón salvándole la vida a la princesa y al resto de los habitantes de Montblanc.

Y de la sangre del dragón nació un enorme y bello rosal lleno de rosas rojas. Jordi arrancó una y la brindó amablemente a la princesa.

Cuando el rey fue conocedor de lo ocurrido, en agradecimiento, ofreció al caballero la mano de su hija. Pero éste no quiso aceptar aquel honor por lo que subido en su caballo se marchó por donde había venido.

FIN


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